Vivimos tiempos de incertidumbre. Pensemos en desinformación por abrumación informativa, toxicidad gurú, anglicismos trendy by Silicon Valley (oh yeah),la web semántica sinsentido y SEO-guerras mundiales en el nombre de nuestro Señor Google.
Pero vivir bajo el paraguas de la incertidumbre no puede sino aventurarnos a descubrir esas certezas que aseguren nuestro bienestar kármico y supongan un bálsamo para nuestra inquietante curiosidad en este loco mundo de tecnicismos y tecnologías emergentes.
Arrojemos, desde un punto de vista casual (es decir, de andar por casa, no de pura coincidencia), un poco de luz sobre dos términos muy mainstream últimamente: startup y/e e-commerce (también conocido como tienda online o comercio electrónico).
¿Qué es una Startup?
Una startup es una empresa incipiente de base tecnológica. Una pequeña gran idea que activa los mecanismos de la innovación persistente y cambiante (como bandera que reposa al viento) hasta adaptar soluciones de negocio a problemas reales de su usuario cliente. No potencial usuario ni potencial cliente.
Una startup define su público objetivo a través de la experimentación, del ensayo y error, lo que permite re-adaptar su producto a un perfil de usuario de necesidades muy concretas.
Son al mismo tiempo usuarios y clientes. Usuario porque usa, cliente porque (en teoría) paga. La potencialidad es una hipótesis a validar sobre el campo.
Una startup arranca con escasos medios de financiación inicial.
Nace con una idea de pan bajo el brazo… y una sonrisa. Ilusión que no falte, en serio. Sin embargo, en las primeras etapas de desarrollo no necesita demasiados medios para crecer y perfeccionar su modelo de negocio.
No requiere más que una pequeña inversión inicial para introducirse rápidamente en el mercado y obtener ese preciado feedback de los llamados early adopters.
Feedback: opiniones, sugerencias, críticas de otros que no son tú (si lo fueran estaríamos hablando de otra cosa, además no te conduciría a nada).
Early Adopter: dícese de ese perfil de usuario en el que has pensado previamente para que pruebe antes que nadie tu flamante y original ocurrencia tecnológica.
Para terminar decir que una startup vende, en el 99% de los casos, productos intangibles o servicios. Básicamente cosas del internet, cosas que hacen cosas, cosas que impiden cosas, internet de las cosas, y cosas así, online, en la nube.
Online: que está en internet o en el móvil (que también tiene internet)
En la nube: online pero guardado en sitios seguros y accesibles desde cualquier dispositivo (que esté online, por supuesto)
¿Qué es un e-commerce?
Un e-commerce o comercio electrónico es la traslación online de una tienda física. A diferencia de una startup, no depende tanto de una idea como de un buen producto (o un producto sin más). Uno tangible. Palpable. Deseable. Necesario o no. Pero que existe en este lado del multiverso.
Podría darse el caso de que una tienda online vendiera intangibles, como por ejemplo productos digitales: fotografías, infografías, software, videojuegos, etc… Incluso podría no ser más que una página bien posicionada donde recomendar productos de terceros (una web de afiliado) a base de excelente contenido y un sólido linkbuilding. Es más, si eres de esas personas que saben qué hacer con sus manos en vez de aporrear teclas en el ordenador quizás puedas ganarte la vida vendiendo tus propios productos a través de un e-commerce.
Con esto no sólo te ahorras la tediosa parte de encontrar y negociar con proveedores, sino también hacer una inversión de una primera compra (que será mayor o menor en función del tipo de producto que quieras vender). En el peor de los casos habrás negociado con un proveedor a unos márgenes reducidos pero con algo de rápel.
Ahora sólo toca:
– Elaborar un plan de acción para atacar tu mercado (siempre y cuando lo hayas identificado), atraerlo, fidelizarlo: marketing digital
– Recepcionar, almacenar, inventariar y controlar el stock y distribuir el producto: logística. Existe un método llamado dropshipping que consiste en encontrar un proveedor que se encargue de la logística por ti.
– Y establecer una buena política de devoluciones y de servicio de atención al cliente siendo ambos un valor diferencial de tu marca (ya que el producto, al no hacerlo tú mismo, no depende de ti)
– Ah! Y hacerse Autónomo o Sociedad como requisito fundamental tanto para sentarse a negociar con cualquier proveedor serio y de confianza, como empezar a facturar.
A grandes rasgos han quedado expuestas las diferencias entre una startup y un ecommerce.
Son mínimas, y en determinados contextos lo mismo, pero vivir en tiempos de incertidumbre hace necesario simplificar para comprender. Para después ampliar. Y compartir. Crecer. Y al final confundir. Y olvidar.