El pasado 21 de marzo tuvo lugar el Startup Weekend de Cádiz, un evento que tuve el privilegio de vivir en primera persona como mentor y co-organizador y que fue todo un éxito de asistencia: más de 60 participantes y siete startups creadas en tan solo ¡¡54 horas!!
¿En qué consiste el Startup Weekend?
Ante todo se trata de experiencia muy intensa. La iniciativa pretende fomentar el emprendimiento y el desarrollo de una idea a través de la metodología Lean Startup donde prima el cambio de paradigma con el que se entiende el modelo de negocio tradicional.
Todo empezó un viernes. Los participantes acudieron a una pequeña charla introductoria y comenzaron a exponer sus ideas de negocio. Con un post-it en mano fueron pegando su “voto” en aquellos carteles donde quedaban expuestas las ideas y promotores. Tras el recuento sobrevivieron a la criba tan sólo siete ideas finales.
Y se hizo la locura.
En 10 minutos, los promotores tenían que convencer al resto de participantes para que se unieran a su proyecto. En la sala destacaban tres perfiles bien diferenciados y objeto de reclutación y disputa: programación, diseño gráfico y marketing.
Una vez sonó la bocina, quedaron “estructurados” los equipos. El objetivo era conformar un grupo de perfiles equilibrados para desarrollar la idea original. En menos de una hora ya se sabía que grupos iban a tener más dificultades para presentar un Producto Mínimo Viable y un modelo de negocio sostenible e innovador ante el jurado el siguiente domingo.
Tras un pequeño pizza time, a trabajar. Las noches había que aprovecharlas para avanzar e ir resolviendo las principales dudas que surgen al rellenar el Lean Canvas.
Aquí es donde entra la figura del mentor. En el fondo, un miembro más de los diferentes equipos a los que asesoran en las cuestiones que les plantean mayores problemas:
– ¿Qué necesidad cubre tu producto o servicio?
– ¿Para qué segmento de clientes está enfocado?
– ¿Cómo se va a monetizar el proyecto?
– ¿Contempla algún tipo de modelo de ingresos recurrente?
– ¿Cuál es el valor diferencial?
– ¿Qué puntos rojos existen en el proceso de venta?
– ¿Es escalable el producto?
Son tres las claves que ayudan a dar solución a los diferentes problemas que iban surgiendo: plantear hipótesis, validar hipótesis y pivotar.
En los modelos Lean no importa tanto la idea sino la acción, es decir, probar/testear en el mercado las cuestiones clave sobre el propio proyecto y reajustar el modelo en función del feedback obtenido. ¿Cómo? Moviéndose. Por ejemplo: encuestando por la calle a posibles usuarios, llamando por teléfono, creando un pequeño cuestionario por email a amigos y familiares… Esas respuestas son las que van perfilando y reorientando la idea original.
Una máxima: no aferrarse a las ideas. Quedó patente que cambian demasiado rápido, que son maleables, flexibles, que están conectadas con otras más viables, que son susceptibles de mejorar y que son un principio… de incertidumbre.
Son los equipos, las personas, las que hacen viables proyectos. Sin duda, para mi, lo realmente increíble y destacable por encima de todo fue la sensación de estar navegando en un de mar de pensamientos que te arrastraba nada más entrar en la sala donde se concentraban los participantes, sus retos, sus iniciativas, sus motivaciones, las ganas de trabajar, la ilusión por innovar. Todos cómplices de una idea en constante evolución. Toda una sinfonía efervescente de emociones desnudas y sin complejos.
Muy poético. Y realmente práctico.
Espíritu Lean Startup
El sábado sirvió para afilar los puntos fuertes y derribar barreras, a veces incómodas, a veces infranqueables. En cualquier caso para avanzar. Y pivotar!! O iterar. Girar, poner del revés, replantear lo inquietante con preguntas valientes. Y validar: obtener respuestas de aquellos a los que tu producto supone la solución a su problema. Así, hasta y por siempre. Porque una startup es una empresa viva, readaptable, reajustable, cuyos integrantes saben que su producto convive con otras personas y esas personas y sus circunstancias cambian. Evolucionan y se transforman. Y tu startup debe seguir ahí, a pesar de tanto cambio. De eso se trata, de dar a conocer la alternativa actual que rompe con el modelo de negocio tradicional, rígido… el de las previsiones a cinco años hechos por tarotistas y astrólogos financieros, el de los públicos objetivos encorsetados en un rango de edad y poder adquisitivo medio-alto con hábitos de compra peregrinos y ambiguos. Todo muy old-school.
Sin tiempo para más llegó el domingo y la preparación del elevator pitch ante el jurado. En cinco minutos, ni uno más, cada equipo debía explicar detalladamente el qué, por qué y cómo de su proyecto, su modelo de negocio. Durante la mañana, los mentores fuimos cuestionando cada uno de sus puntos para que fueran reforzando su discurso.
En realidad no se trataba de que sintieran que es una prueba final, sino la primera de todas las que les quedan por recorrer. El lunes fue su día cero. Todo lo que pasó durante ese fin de semana fue un extraordinario aprendizaje… para todos: participantes (emprendedores todos ello ya), organizadores, mentores, prensa…
Quien ganara fue indiferente, todos lo hicieron. Suena tópico, pero tenías que haberlo vivido para saber a lo que me refiero. Hasta el próximo Startup Weekend!!